Cuando María Temmerman, de ocho años, iba a tomar su primera comunión, su madre, María José Mascarell, buscaba un vestido especial, así que decidió acercarse a La Bohème 1994. «Me acordé de los vestidos tan bonitos que habían llevado unas amigas a mi boda que eran de La Bohème y me pasé porque no estaba segura de si hacían diseños de comuniones», explica.
Cuando preguntó, pudo comprobar que es una de nuestras líneas de trabajo. «Quería que fuera sencillo pero que estuviera bien cosido y fuera original», indica. Días después comenzaron las pruebas a la niña que, desde el primer momento, se lo tomó como un juego. «Cada vez que íbamos a la tienda era como una fiesta», puntualiza su madre.
El proceso de elección fue mucho más sencillo de lo que parecía. «A mí me encantó el primero que vi porque iba mucho con la personalidad de María: era muy sencillo, muy elegante y muy dulce. Pero quería que ella pudiera escoger, así que se probó todos y coincidimos, se decidió por el mismo que me gustaba a mí», dice María José.
¿El elegido? Un precioso diseño de cuerpo liso y sencillo, falda de plumeti y cinturón rosa palo de terciopelo. Como complemento original, una corona de camelias de papel atada con un lazo del mismo color que el cinturón.